martes, 8 de enero de 2008

Mar



Voy a empezar con algo sencillito. Y quizás lo más sencillito sea hablar del mar, ahí siempre, perenne. Esta semana libre la hemos aprovechado para pasear por la playa y sentir el olor a sal... ¡Engancha! Y también engancha el sabor a mar. Creo firmemente que lo más parecido a comer un trozo de mar es probar una anchoa: es el pescado que más sabe y huele a playa, a salitre. Estos días también los hemos aprovechado para comer anchoas, compradas en salmuera y limpiadas concienzudamente aquí por la artista, como aprendí en un viaje a Cantabria donde un cocinero nos motró que las anchoas (¡bendita ignorancia!) no venían enlatadas de por sí, sino que era necesario limpiarlas con cuidado y dedicación antes de meterlas en la lata. Este buen hombre decía que no hay anchoas con más y menos espinas, sino que todas tienen las mismas: la diferencia está en el esmero con el que se limpian. En fin. Creo que este blog no lo he arrancado demasiado bien, porque mi intención era hablar del mar y he acabado hablando de las anchoas.

*Sobre la fotografía: Está hecha con mi teléfono móvil, creo que un verano de hace un par de años en la playa de Sunset Beach en Benalmádena. Si no es esa, pues la verdad es que no tengo ni idea y estoy perdida.

1 comentario:

errante dijo...

a mí lo que siempre me han sabido a mar son las ostras, se sabor se parece al regusto que te deja el mar cuando aún no sabes nadar y tragas agua

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