sábado, 14 de abril de 2012

Meditar para gobernar

Matthieu Ricard
Si los políticos meditaran, el mundo sería distinto. Hace tiempo que ando dándole vueltas a esta afirmación y cada vez estoy más convencida de que si un presidente del Gobierno, un diputado o cualquier concejal se sentara a diario, parara un rato, respirara y meditara en cuestiones como la vacuidad, la compasión o el amor, el mundo sería mucho mejor. 

Lo que ha hecho que esta idea pase de ser simplemente eso, una idea, a una obsesión ha sido ver pasearse por el Congreso de la Felicidad que estos días se ha celebrado en Madrid a Matthieu Ricard, un monje budista considerado por la Universidad de Wisconsin como el hombre más feliz del mundo, título logrado gracias a su práctica de la meditación.

Ricard, bastante modesto, se resiste en una de las numerosas entrevistas que le han hecho estos días a aceptar el título de 'hombre más feliz del mundo'. "Comparto esta condición con otros veinte compañeros", asegura. "Todas las personas que estén tan entrenadas como nosotros en la meditación sobre el amor y la compasión presentan la misma activación cerebral", garantiza este biólogo molecular francés que lo dejó todo para irse a un monasterio perdido en las montañas y quien ha acabado convertido en asesor personal del Dalai Lama.

Eso sí, da un consejo para ser feliz: "Sé bueno y haz el bien". Y sobre los políticos también tiene una opinión y sostiene que lo que hay que enseñarles es a reducir la brecha entre ricos y pobres y enfocarlos hacia la puesta en marcha de políticas nacionales encaminadas al bienestar.

Escuchado esto, sigo pensando que si se los políticos se animaran a meditar el mundo sería mejor. ¿Alguien se  imagina a un Mariano Rajoy que firme recortes de 7.000 millones de euros para la sanidad y de 3.000 para la educación después de haber hecho una sesión de meditación en, por ejemplo, la compasión? Sería prácticamente imposible.

Aunque creo que lo más indicado para quienes nos gobiernan sería meditar en el desapego, pero en el desapego hacia sí mismos, hacia su propio yo, hacia su ego. Ése es el camino para verse como lo que son: personas con verdades relativas y que se han ofrecido para estar al servicio de los demás y no al suyo propio, al de terceros o al de sus partidos.



Según la RAE: meditar.
(Del lat. meditāri).
1. tr. Aplicar con profunda atención el pensamiento a la consideración de algo, o discurrir sobre los medios de conocerlo o conseguirlo. U. t. c. intr.

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