
A estas alturas no hace falta que explique qué es el calor, o como se dice por estas tierras la caló, de la que somos especialiastas por el sur sobre todo cuando sopal el terral, ese viento que hace que te sientas como si estuvieras en el desierto -nunca he estado, pero imagino que debe ser esa sensación-. El Calor del que voy a hablar es un libro, escrito por Bill Buford, y que realmente es un gran reportaje, de esos que nos encantaría hacer a cualquier periodista. Buford se mete durante un año en la cocina de un restaurante con tres estrellas Michelin -el neoyorquino Baboo- para aprender todos los secretos ocultos tras los fogones. Divertido, ocurrente y sorprendente. Engancha.
Detrás de la historia que cuenta Buford está también su travesía personal, que le hace dejar el New Yorker para irse a la Toscana a aprender cómo se hace la auténtica pasta italiana y cómo se obtienen los mejores cortes de un cerdo o de una vaca. Delirante.
A mí, de momento, los Reyes Magos me han echado un soplete de cocina para que vaya haciendo mis pinitos en los fogones y me dedique a caramelizar queso de cabra y foie, por si algún día se me presenta la misma oportunidad que a Buford.
* La fotografía, robada de internet, muestra a Buford supongo que con un cerdo que -según cuenta él mismo en el libro- compró en un mercado de Manhattan para despedazar en su propio apartamento.
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