sábado, 18 de octubre de 2008

Censura

Ahora es más sutil, pero sigue existiendo en forma de llamada telefónica para decir "ese titular no me gusta" o dándote sólo los datos que dicen "esto va de puta madre" y guardando en el cajón los que prueban que "esto no va tan bien como parece". 

Ahora no hay rotulador rojo, hay campañas de publicidad en las que las instituciones gastan cientos de millones de euros para decir lo obvio, para aparentar ser defensoras de lo utópico y para poner mordazas. Y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Por cierto, a estas alturas dudo, a pesar del dineral que llevan gastados algunos en convencerme de lo contrario, que Andalucía me quiera.

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